Encontrar un tomate que sepa a tomate hoy
en día es casi misión imposible. En los últimos tiempos, los
supermercados nos ofrecen piezas muy rojas y perfectas que quedan muy
bonitas en la ensalada, pero que aportan poco sabor. ¿Por qué?
A
esta pregunta han respondido un grupo de científicos del Instituto
Boyce Thompson (BTI), el USDA, la Universidad de California en Davis, la
Universidad Politécnica de Valencia (España), la Universidad de Málaga
(España), y la Universidad de Suleyman Demiral (Turquía), que han
descifrado el gen que está detrás de la mutación que provoca esta maduración uniforme.
Este gen hace que los tomates adquieran un perfecto color rojo, pero al mismo tiempo reduce los azúcares y nutrientes de la fruta.
«Es un gen que te des cuenta o no, tienen la mayoría de los tomates»,
asegura James Giovannoni, biólogo molecular de plantas en el
Departamento de Agricultura de EE.UU. y coautor principal del estudio.
Por
naturaleza, los tomates tienen una maduración desigual que aporta
distintos matices de verdes y rojos, una característica que aún
encontramos en los pequeños huertos. Sin embargo, a finales de la década
de los 20 del pasado siglo, los productores comerciales tropezaron con
una mutación natural
que causó que los tomates maduraran de manera uniforme. Una
circunstancia de la que se ha aprovechado el mercado, ya que los
compradores suelen decantarse por las frutas que tienen una bonita
apariencia.
Durante la investigación, que publica la revista Science, se llevó a cabo una clonación posicional y, mediante el acceso a solgenomics.net
-una base de datos online- se determinó que el gen de la maduración
uniforme se encuentra en una ubicación específica del cromosoma 10.
Conociendo su localización, el equipo pudo entonces descifrar el gen que
codifica la proteína que controla la fotosíntesis en el tomate.
Mientras
que las hojas son el principal motor de la fotosíntesis en una planta,
los frutos del tomate en desarrollo pueden contribuir hasta en un 20 por
ciento a su propia fotosíntesis, produciendo azúcares y nutrientes una
vez maduran. Sin embargo, la mutación de maduración uniforme elimina esta proteína en la fruta, reduciendo los niveles de azúcar, lo que repercute en su sabor.
Con
este descubrimiento, los productores que deseen comercializar tomates
uniformes podrán hacer una primera prueba de ADN en las plántulas, en
lugar de esperar a observar el fruto maduro. Pero aquellos que no le den
tanta importancia a las apariencias, también podrán comprobar si sus
plantas están libres de la mutación y, por lo tanto, pueden dar frutos más sabrosos.
Fuente: Abc
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